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Una guerra comercial puede disparar el auge del nacionalismo chino

La posible guerra comercial entre China y Estados Unidos se ha convertido en uno de los temas más candentes en las noticias internacionales recientes, aunque oficialmente esa guerra comercial todavía no ha empezado. Las teorías económicas ya nos han dicho que el libre comercio puede beneficiar a las personas de distintos países y, por el contrario, los aranceles pueden perjudicarlas. Algunos análisis también han demostrado claramente las pérdidas que sufriría los estadounidenses por los potenciales aranceles comerciales. Por el lado de China, la gente también sufriría algunas consecuencias negativas por la guerra comercial. Una es que China podría convertirse en más proteccionista después del auge del nacionalismo y el populismo chinos, disparados por una guerra comercial.

Algunos observadores afirman que la administración Trump está usando los nuevos aranceles como estrategia para empujar al régimen de China a abrir sus mercados. Sin duda es cierto que China emplea medidas proteccionistas propias. Al menos en la última década, el gobierno chino ha subvencionado con millones de dólares a su sector acerero cada año, ha establecido un arancel de al menos el 21% sobre la importación de autos extranjeros para apoyar al sector automovilista subvencionado por el estado de China y ha bloqueado los negocios de las empresas digitales extranjeras para impedir la competencia y controlar las redes sociales.

Las políticas chinas contra el libre comercio son demasiado numerosas como para señalarlas todas. Sin embargo, el uso de la administración Trump de la coacción de los aranceles puede agravar aún más estos impulsos proteccionistas.

Después del anuncio oficial de China de posibles aranceles comerciales sobre las importaciones de EEUU como medidas de represalia, algunas personas chinas empezaron a alabar los aranceles en las redes sociales, afirmando que la guerra comercial es un método útil para luchar contra el “imperialismo estadounidense”.

En la pasada década, el gobierno comunista chino ha usado el nacionalismo y el populismo con éxito, creando conflictos con otros países. El resultado de esta manipulación del sentimiento nacionalista y populista ha sido dañar la propiedad privada en China, las operaciones de los negocios internacionales e incluso las vidas de algunos ciudadanos.

En manifestaciones antijaponesas en 2012, los airados manifestantes chinos en las calles quemaron automóviles fabricados en Japón, destrozaron tiendas de marcas japonesas y reclamaron el boicot a los productos japoneses, causando una pérdida superior a los cien millones de dólares a las empresas japonesas en China. En estas manifestaciones, Li Jianli, el dueño de un automóvil de marca japonesa fue atacado y estuvo a punto de morir. Posteriormente, en manifestaciones anticoreanas en 2017, también se atacaron automóviles de marcas coreanas y algunos de los productos en la cadena de tiendas surcoreana Lotte fueron también destruidos por los airados manifestantes. Después de sufrir miles de millones en pérdidas, Lotte decidió abandonar el mercado chino.

Aunque los manifestantes en las protestas anteriores fueron solo un pequeño porcentaje de la población china, su destrucción y agresión a la propiedad privada ya ha perjudicado a muchas personas, consumidores y empleados chinos de empresas extranjeras. La huida de empresas extranjeras (Lotte) debido a las manifestaciones ha empobrecido a sus clientes chinos. Se han destruido empleos por la salida de los inversores extranjeros.

A largo plazo, los sentimientos proteccionistas, tanto en EEUU como en China, pueden convertirse en peligrosos para la paz internacional. Como nota final, me gustaría citar a Ludwig von Mises sobre la relación entre el nacionalismo y la filosofía del proteccionismo, que va precisamente en línea con la actual tensión entre China y EEUU:

El nacionalismo económico es incompatible con una paz duradera. Aun así, el nacionalismo económico es inevitable cuando hay interferencia pública en los negocios. (…) Lo que hace falta para hacer duradera la paz es un cambio de ideología. Lo que genera guerra es la filosofía económica aceptada hoy casi universalmente por los gobiernos y los partidos políticos. Lo que dice esta filosofía es que dentro de la economía de mercado no intervenida prevalecerán conflictos irreconciliables entre los intereses de las diversas naciones. El libre comercio daña a una nación: produce pobreza. Es tarea del gobierno impedir los males del libre comercio mediante barreras comerciales. (…) La filosofía del proteccionismo es una filosofía de guerra. Las guerras de nuestra época no están en contradicción con las doctrinas económicas populares: por el contrario, son el resultado inevitable de una aplicación coherente de estas doctrinas.

Como indicaba con precisión Mises, debería cambiarse el concepto erróneo sobre proteccionismo comercial de muchas personas chinas y estadounidenses. Las barreras comerciales pueden causar más conflictos y perjudicar a ambas partes. En el país, el libre comercio puede reducir la fricción y conseguir más paz.

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