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El (último) despilfarro de Sanders

Cuando escribí acerca de la locura de Bernie Sanders en 2016, no era solo una hipérbole literaria. El senador de Vermont es básicamente un izquierdista recalcitrante con una perturbadora afinidad por las ideas disparatadas y los regímenes totalitarios.

Su programa de campaña ese año era una orgía de nuevos impuestos y mayor gasto.

Aunque hay que señalar que es al menos lo suficientemente astuto como para evitar el socialismo puro, quiere enormes aumentos en impuestos, gasto y regulación, pero no llega a defender abiertamente la propiedad pública de las fábricas.

Además, probablemente no habría ninguna fábrica a nacionalizar si Sanders hubiera conseguido aherrojar a la nación con un sector público de tamaño griego.

Ya ha defendido un plan de “Medicare para todos” con un gasto de 15 billones de dólares en diez años, por ejemplo. Y ahora tiene una nueva propuesta de varios billones de dólares para trabajos garantizados.

En un artículo para el Washington Post, Robert Samuelson disecciona el último plan de compra de votos de Sanders.

El senador Bernie Sanders (I-Vt.) quiere que el gobierno federal garantice un trabajo para todo estadounidense dispuesto a trabajar y capaz de ello. La propuesta suena compasiva e ilustrada, pero, en la práctica, es casi seguro que sería un desastre. (…) No está claro cómo funcionaria exactamente el plan de Sanders, porque todavía no ha presentado una legislación detallada. Aun así, (…) un plan de garantía de empleo ideado por economistas del Instituto de Economía Levy del Bard College (…) sugiere cómo podría funcionar una garantía de empleo. (…) cualquiera que necesitara un empleo podría obtener uno con un salario uniforme de 15$ la hora, más seguro sanitario (probablemente Medicare) y otras prestaciones (la más importante: cuidado de hijos). Completamente desarrollado, el programa crearía quince millones de empleos de servicio público, estiman los economistas. (…) el gobierno federal pagaría los costes, el programa estaría administrado por estados, municipios y organizaciones sin ánimo de lucro.

Como cabía esperar, los costes fiscales serían increíbles (y, como la mayoría de los programas públicos, acabarían siendo todavía mayores que los anunciados).

Sería algo enorme: aproximadamente cinco veces el número de empleos federales existentes (2,8 millones) y el triple del número de empleos en gobiernos estatales (5 millones). (…) La propuesta se sumaría a los ya hinchados déficits del presupuesto federal. Los economistas de Bard calculaban un coste anual de unos 400.000 millones de dólares. (…) el gasto total probablemente esté infravalorado.

Pero los costes presupuestarios solo serían el principio.

El plan de Bernie básicamente destruiría una buena parte del mercado laboral, ya que las personas con bajos salarios y los principiantes buscarían aprovechar el nuevo regalo del gobierno.

Trabajadores sin seguro podría simular una rebelión política o pasar de trabajos hoy mal pagados en el sector privado a trabajos mejor pagados en el servicio público (…) la misma lógica es aplicable a las subvenciones para el cuidado de niños.

Y hay muchas otras preguntas sin respuesta acerca de cómo funcionaría el plan.

¿Tiene el gobierno federal la competencia directiva para supervisar la creación de tantos empleos? (…) ¿Puede penalizarse a los nuevos trabajadores? (…) Finalmente, ¿sustituirían los gobiernos estatales y locales con los trabajos financiados federalmente a los trabajos existentes que están apoyados por impuestos locales?

Si el plan se adoptara alguna vez, lo único salvable de la tenebrosa oscuridad sería que proporcionaría evidencias adicionales de que los programas públicos no funcionan.

Lo paradójico es que, asignando tareas públicas que probablemente fracasen, los defensores de un gobierno activista perjudican la reputación del gobierno.

Pero lo salvable no importaría mucho, ya que una porción más grande la población estaría enganchada a la heroína de la dependencia del gobierno.

En otras palabras, igual que ahora es difícil derogar el Obamacare aunque sabemos que no funciona, también sería difícil eliminar los empleos públicos para trabajar.

Así que podemos tener muchas oportunidades para burlarnos de Bernie Sanders, pero este puede acabar riendo el último.

P.S. Respecto a conseguir que la gente tenga un empleo productivo, creo que la aproximación menos destructiva serían los programas de “formación en el empleo”.

Más allá de eso, no estoy seguro de si los empleos públicos para trabajar son más dañinos o si lo es la renta básica.

Publicado originalmente en International Liberty.

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