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¿Quería Lincoln la guerra?

Cuando se estudia la historia de la Guerra de Secesión, hay dos cosas que se hacen cada vez más evidentes acerca de Abraham Lincoln. La primera es que es un personaje increíblemente enigmático. Sus opiniones eran ambiguas, a menudo por necesidad al navegar en un entorno político que había destrozado y reunificado a un nuevo partido frágil, en el que Lincoln había sido lanzado desde la oscuridad hacia una posición de liderazgo. Sus discursos estaban construidos cuidadosamente para tratar de encontrar un equilibrio entre los extremos opuestos que estaban aliados solo con acuerdos vagos, como la oposición a la esclavitud territorial.

La segunda es que Lincoln es y probablemente será siempre un personaje polémico. Y no basta con decir que es polémico en su sentido tradicional: su polémica no se corresponde con las líneas ideológicas modernas. Tanto demócratas como republicanos aman a este hombre. La gente que lo desprecia puede encontrarse en todo el espectro político. Patriotas sureños. Libertarios. Pacifistas. Incluso en la década de 1960 los activistas del black power tuvieron su turno al criticar a Lincoln como un “emancipador reticente”.

Pero mucho del desacuerdo con Lincoln se reduce a la cuestión de la culpabilidad por la guerra. Para muchos defensores de Lincoln, especialmente entre los que reconocen el hecho evidente de que la Guerra de Secesión no se inició para acabar con la esclavitud (un hecho no discutido entre los historiadores profesionales), parece al menos implícito en sus explicaciones que si Lincoln hubiera buscado la guerra como un objetivo positivo, en lugar de ser una reacción a hostilidades que no podía eludir, podría haber más posibilidad de espacio para la crítica. Pero, argumentan muchos de ellos, Lincoln no quería la guerra. Le empujaron a ella y sus acciones de respuesta fueron un asunto de necesidad y realismo.

Por el contrario, muchos críticos de Lincoln dicen que si Lincoln estaba iniciando una guerra para acabar con la esclavitud, podría haber más espacio para defender su acciones belicistas. Incluso Thomas DiLorenzo concede que “Una cruzada contra la esclavitud hubiera ofrecido una justificación convincente para la guerra de Lincoln, pero nunca usó esa justificación”.1 Pero esta gente normalmente argumenta que Lincoln sí inicio la guerra y no debido a la esclavitud. Así que la división real entre la gente a favor y en contra de Lincoln es el asunto de si Lincoln merece o no la culpa por iniciar la guerra.

Y, como muchas preguntas en la historia, esto no es tan sencillo como nos gustaría que fuera. La cuestión de la guerra de la Unión frente a la Confederación se reduce esencialmente a la cuestión parcialmente filosófica de la agresión legítima (esta cuestión se presenta a menudo erróneamente como el asunto de quién disparó el primer tiro, pero olvida el aceptado concepto de la amenaza como agresión). Pero, aunque esto pueda ser relevante para la cuestión del papel personal de Lincoln en iniciar la guerra, no responde del todo a la cuestión de cuánta responsabilidad debería atribuirse específicamente a Lincoln en el inicio del conflicto.

He aquí algunos hechos que deberían ayudar a explicar la cuestión para quienes deseen adoptar una postura sincera e informada sobre esta polémica histórica:

Lincoln estuvo clara y repetidamente informado por sus consejeros militares de que si no se evacuaba Fort Sumter se consideraría una acción agresiva y casi con seguridad llevaría al país a la guerra. El principal oficial del ejército del país y héroe de la Guerra Mexicana, el general Winfield Scott, defendió la evacuación del fuerte en numerosas ocasiones en las que el presidente Lincoln le pidió consejo. Menos conocido, pero igualmente importante, uno de los principales expertos militares del ejército en ingeniería militar, el general Joseph Totten, que colaboró en el diseño de Fort Sumter, advirtió a Lincoln que todo intento de enviar suministros o refuerzos a Fort Sumter solo podría acabar con un fracaso.

Casi la totalidad del gabinete de Lincoln, incluyendo su Secretario de Guerra, Simon Cameron, pensaba que esa misión sería una locura y probablemente iniciaría una guerra. Recomendaban la evacuación. Incluso el mayor Robert Anderson, el oficial al cargo de Fort Sumter, advirtió a Lincoln que la evacuación era la única acción que podía tener alguna posibilidad de evitar la guerra. Algunos historiadores, como David Potter y James G. Randall, han argumentado que Lincoln creía que podía realizarse un suministro con éxito y sin confrontación militar. Esta postura parece notablemente ingenua. Pues si Lincoln hubiera creído de verdad esto, lo habría hecho en contra de la experiencia de todos los líderes militares que le aconsejaban. Los únicos dos miembros de su gabinete que apoyaron la idea fueron su Secretario del Tesoro, Salmon P. Chase, y su Director General de Correos, Montgomery Blair, a los que difícilmente se pueden considerar expertos en asuntos militares.

Parece claro que Lincoln estaba completamente seguro de que enviar suministros a Fort Sumter (1) acabaría en un fracaso y (2) generaría una guerra. Así que, cuando se consideran los motivos por los que Lincoln ordenó mandar refuerzos a Fort Sumter, es bastante probable que la guerra fuera su objetivo, en lugar de simplemente un riesgo calculado que esperaba evitar.

Pero esto no es lo mismo que decir que Lincoln quería la guerra. Preguntar sencillamente si alguien “quería la guerra” o no es en cierto modo una pregunta tonta (salvo que se la plantees a John McCain, tal vez). Esta es una pregunta abierta y responder a ella nos dice poco acerca del personaje histórico. Si no hubiera habido alternativa entre elegir la paz sobre la guerra, ¿habría preferido Lincoln la paz? Probablemente. Pero había alternativas.

Para Lincoln, la alternativa no era la esclavitud. Había dejado claro que merecía la pena mantener la esclavitud para evitar la guerra, si eso hubiera sido posible y su apoyo a la Enmienda Crowin (la enmienda casi ratificada que habría protegido a la esclavitud donde existiera previamente) lo demuestra. Para Lincoln, merecía la pena mantener la esclavitud para evitar la desunión. Ni su retórica ni sus acciones contradicen esta afirmación, a pesar de las concepciones erróneas propuestas por la explicación de la historia en la escuela pública.

Pero si aceptamos, al menos para argumentar, que Lincoln prefería la paz a la guerra, la unión a la desunión y la abolición a la esclavitud cuando todas las demás variables se hubieran mantenido constantes, esto nos ayuda poco a entender, por ejemplo, si hubiera preferido la paz a la unión o la esclavitud a la guerra o la guerra a la desunión. Y estas eran las alternativas a las que se enfrentaba Lincoln.

Un estudio sincero de la historia nos permite clasificar realmente las preferencias de Lincoln en el contexto de la guerra. Si interpretamos a Lincoln lo más generosamente posible, su clasificación de preferencias sería la siguiente:

1. No extensión de la esclavitud (que puede interpretarse generosamente como unidad republicana)
2. Unionismo
3. Paz
4. Abolición de la esclavitud
5. Guerra
6. Desunión

Pero cuando cancelamos los asuntos que están en conflicto entre sí, la clasificación de preferencias factibles de Lincoln se parecería más a esto:

1. No extensión de la esclavitud
2. Unionismo
3. Paz
4. Abolición de la esclavitud
5. Guerra
6. Desunión

Esta clasificación de las preferencias de Lincoln parece indiscutible tanto por sus declaraciones como por sus acciones. Este dejaba claro que no cedería en la cuestión de la esclavitud territorial, aunque pudiera impedir la desunión. Ya se deba esto a verdaderas objeciones morales (dudoso) o a un deseo de mantener el frágil Partido Republicano que estaba unido por poco más que este tema (más probable), la oposición a la esclavitud territorial parece haber sido el máximo valor durante el invierno de 1860-61.

La devoción de Lincoln por el unionismo viene después. Aunque rechazó las propuestas de acuerdo que le ofreció el senador de Kentucky, John Crittenden, porque habrían extendido la esclavitud a territorios del oeste por debajo de la línea del Compromiso de Missouri, Lincoln también dijo que aceptaría encantado proteger o abolir la esclavitud si eso significaba mantener junta la Unión y apoyaría la Enmienda Corwin como una muestra explícita de su postura. El unionismo estaba por encima de cualquier tema esclavista que no fuera la cuestión territorial.

Pero esto no se discute demasiado. Lo que nos devuelve al problema de si el propio Lincoln estaba dispuesto a iniciar una guerra potencialmente evitable para impedir la desunión. Muchos norteños (incluyendo miembros de su gabinete, como William Seward, el Secretario de Estado de Lincoln) expresaron públicamente su deseo de dejar que el Sur se independizara en paz, en lugar de iniciar una guerra para mantener la Unión, aunque ellos mismos eran unionistas.

Lincoln rechazó inequívocamente esta postura. Decía que la desunión era imposible, pero lo que quería decir realmente es que se aseguraría de que fuera imposible. Incluso su discurso de toma de posesión, que fue moderado y ambiguo en sus palabras, solo se suavizó después de que Seward recomendara a Lincoln no usar el lenguaje duro de su primer borrador.

Y cuando Lincoln se enfrentó a la decisión de si evacuaba Fort Sumter, como se le aconsejaba abrumadoramente hacer si quería evitar la guerra, o preparaba una misión de envío de suministros que, incluso si tenía éxito, solo retrasaría el problema unas pocas semanas, Lincoln aprobó la misión, al tiempo que reconocía que estaba casi seguro de que no iba a tener éxito. Reflexionando sobre el intento de llevar suministros a Fort Sumter en una carta al cerebro de la misión, Gustavus Fox, Lincoln decía que : “Usted y yo prevemos que la causa del país avanzaría realizando el intento de aprovisionar Fort Sumter, aunque fracase; y no es pequeño consuelo ahora sentir que nuestra previsión está justificada por los resultados”.

Hacer llegar los suministros a Fort Sumter probablemente nunca fue el objetivo de Lincoln. Lincoln no esperaba que tuviera éxito y sabia que, aunque lo tuviera, solo retrasaría el problema. El objetivo más probable era encontrar una manera de que empezara la guerra, una guerra que Lincoln consideraba inevitable porque se había dado cuenta de que no había ningún acuerdo que devolviera pacíficamente al Sur a Unión y por tanto la alternativa era la reunión por la fuerza en lugar de la división pacífica.

La guerra fue inevitable porque Lincoln decidió que lo fuera. Y si Lincoln iba a iniciar una guerra, podía al menos empezarla de tal manera que pudiera hacer que Confederación pareciera la agresora a los ojos del mundo provocándola para disparar el primer tiro, algo que le habían prometido cuando los líderes confederados dijeron a Lincoln que cualquier intento de llevar suministros al fuerte sería considerado como una acción de agresión extranjera.

Finalmente, justo antes de iniciar la misión, Lincoln acabó enviando una carta al mayor Robert Anderson en Fort Sumter. En ella, Lincoln decía a Anderson que el barco enviaría refuerzos y que, ante cualquier intento por detener el barco (algo que el gobierno de la Confederación había prometido que haría), Anderson tenía que “esperar, si es posible, hasta la llegada de la expedición”. Incluso los historiadores favorables a Lincoln consideran esta carta como un golpe bajo para el mayor Anderson. Lincoln decía que confiaba en que Anderson actuaría “como corresponde a un patriota y un soldado, bajo cualquier circunstancia” y que la rendición solo estaba autorizada si Anderson creía que era la única salida, “a vuestro juicio (…) para salvar a usted mismo y a la gente a sus órdenes”.

David Detzer incluso reconoce que:

La carta era, como mínimo, cruel. Anderson había resistido durante meses, sosteniendo los tambaleantes pilares de la nación, mientras que Lincoln veía pasar el tiempo, primero en Springfield, luego en Washington, haciendo nombramientos en correos y contando historias extravagantes. Este mensaje del 4 de abril cuestionaba sutilmente el honor y valentía de Anderson y añadía un feo tufillo a otra cosa, algo que las generaciones posteriores empequeñecerían demasiado a menudo en política. Lincoln se estaba cubriendo las espaldas. Seguía poniendo la responsabilidad última de rendirse en manos de Anderson.

Pero incluso con esta concesión, Detzer afirma generosamente que “El Abraham Lincoln que evolucionaría a lo largo de los siguientes cuatro años se haría demasiado empático, demasiado estimable como persona como para volver a caer tan bajo”.2

¿Quería por tanto Lincoln la guerra? Probablemente no. Pero en la medida en que quería paz, solo la quería bajo sus condiciones: unionismo. Y cuando sus condiciones era evidente que no iban a darse, la guerra era un precio que Lincoln estaba dispuesto a pagar, con el coste de cientos de miles de vidas, tanto del Norte como del Sur, soldados, civiles y esclavos.

  • 1Thomas J. DiLorenzo, The real Lincoln: A New Look at Abraham Lincoln, His Agenda, and an Unnecessary War (New York: Three Rivers Press, 2003), 122. [El verdadero Lincoln: Una nueva visión de Abraham Lincoln, su programa y una guerra innecesaria]
  • 2David Detzer, Allegiance: Fort Sumter, Charleston, and the beginning of the Civil War (Nueva York: Harcourt, 2001), 242.
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