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¿Rescatará el pivote de Powell a Biden?

Durante los últimos años, Jerome Powell se ha mantenido constante: la Fed estaba dispuesta a hacer todo lo necesario hasta que la inflación volviera a su objetivo del 2%.

Hoy, Powell ha parpadeado.

Mientras que las propias proyecciones optimistas de la Reserva Federal sitúan sus medidas de inflación preferidas por encima del dos por ciento hasta 2026, Powell utilizó la reunión de diciembre para deshacer el equivalente de una pancarta de Misión Cumplida en la lucha contra la inflación, potencialmente con los mismos resultados que le esperaban a George W. Bush en Irak. Se acabaron las subidas de tipos, los recortes de tipos —en plural— pueden estar en el horizonte en 2024.

Según el gráfico de puntos de la Reserva Federal, la opinión más extendida entre los miembros del FOMC de cara al próximo año era la de tres posibles recortes, mientras que otros cinco miembros esperaban una relajación aún más agresiva. Aunque las proyecciones de la Fed sobre sus futuras actuaciones han sido históricamente poco fiables, esto representa un cambio significativo en la mentalidad del banco central.

Aunque el mensaje de Powell se basó en la misma propaganda predicada por la Administración Biden y una gran parte de la prensa financiera corporativa —que la economía de América ha superado las expectativas y los responsables políticos han logrado su deseado aterrizaje suave—, sería extraordinariamente ingenuo ignorar la influencia de las elecciones presidenciales del próximo año en las futuras acciones de la Fed.

Aunque Powell ha mantenido obedientemente la fachada de independencia de la Reserva Federal, la realidad es que la política ha dado forma a la institución desde su creación. Aunque el presidente de la Reserva Federal ha estado dispuesto a rechazar algunas de las extravagantes demandas de los políticos progresistas, es probable que tenga muy poco interés en volver a trabajar para el hombre que lo nombró originalmente para su puesto: Donald Trump.

En un acto dedicado a la economía y las elecciones de 2024 celebrado en Ft. Meyers el mes pasado, el Dr. Patrick Newman, especializado en la historia del amiguismo americano, predijo el pivote de Powell, en parte debido a los factores políticos en juego. Si la Fed se dedicara de verdad a tomar las medidas necesarias para acabar con las crisis inflacionistas que siguen empobreciendo a los americanos, el resultado sería un acontecimiento recesivo que incluso a los voceros más entregados del régimen les costaría encubrir. Un pivote de la Fed sería una donación en especie a la campaña de reelección de Biden a la par de la ayuda que recibió de las empresas de medios sociales en 2020.

Desgraciadamente para la Administración, los problemas inflacionistas siguen siendo un coste diario que no pagan los votantes que necesita en 2024. Si bien el impacto que los tipos de interés actuales han tenido en el encarecimiento de las hipotecas y los préstamos para automóviles ha afectado mucho a los propietarios de viviendas y a las industrias que dependen en gran medida de la financiación de los clientes, el catalizador de esas políticas —la inflación generalizada de los precios— no ha desaparecido. Incluso si se sigue el juego de la Reserva Federal de ignorar los precios de los alimentos y la energía en su cálculo de las tasas de inflación, una tasa decreciente de inflación interanual sigue significando que los aumentos de precios de los últimos años siguen con nosotros, superando los aumentos salariales durante ese mismo periodo.

Así, más del 80% de los americanos siguen siendo pesimistas sobre la economía del país. En particular, las tendencias de las redes sociales han visto cómo la ansiedad económica de los votantes millennials y de la Generación Z se ha hecho viral.

Aunque la Administración Biden tratará de sobornar a estos votantes objetivo con continuos esfuerzos para condonar la deuda de los préstamos estudiantiles y políticas similares dirigidas a las generaciones más jóvenes que han sido las más afectadas por la imprudencia monetaria de la Reserva Federal posterior a 2008, la voluntad de aceptar el daño inflacionario de los últimos años probablemente seguirá socavando cualquier campaña política que intente defender la Bidenomics como un camino positivo hacia adelante.

La verdadera pregunta para 2024 será qué ocurrirá si las previsiones de la Fed son erróneas y su nueva postura dovish contribuye a reavivar las presiones inflacionistas sobre las que advirtió Powell. En sus propias palabras, «la historia advierte contra una relajación prematura de la política».

Tal escenario podría requerir que la actual administración y sus aliados «fortifiquen» las elecciones del próximo año de forma aún más rigurosa que en 2020.

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