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No, los países pequeños no están en desventaja económica

Algunos analistas sostienen que el tamaño puede ser un factor disuasorio para la prosperidad económica, por lo que, en consecuencia, los Estados pequeños son especialmente vulnerables a las crisis económicas y medioambientales. Normalmente, se habla de los Estados pequeños a la luz de sus limitaciones y desafíos. Incluso los líderes de los países pequeños pintan con seriedad el tamaño como un obstáculo para el progreso futuro. La idea de que la pequeñez es un impedimento que hay que superar se ha convertido en evangelio en algunos círculos.

Los líderes caribeños recuerdan habitualmente a la comunidad internacional que sus países se encuentran en una situación precaria debido a los crecientes niveles de deuda y a los pasivos generados por el cambio climático. Sin embargo, con la ayuda de organismos mundiales, los países pequeños han ido desbloqueando oportunidades de financiación. Los actores mundiales son bastante receptivos a las presiones de los pequeños Estados del Caribe. Algunos incluso respaldan las peticiones de alivio de la deuda para liberar espacio fiscal en los pequeños Estados caribeños.

Los países del Caribe se enfrentan a obstáculos; después de todo, están expuestos a graves catástrofes naturales y sus economías aún están evolucionando. Pero los obstáculos no deben impedirles alcanzar mayores niveles de prosperidad. Existe una desafortunada tendencia en el Caribe a llevar el sufrimiento como una insignia de honor. De hecho, los líderes caribeños llegan a ser muy respetados cuando atribuyen los problemas regionales a choques externos.

En lugar de aprender de la espectacular actuación de los tigres asiáticos, los líderes caribeños prefieren regodearse en la lástima y quejarse de que la geografía les ha dado un trato injusto. No dudan en pedir ayuda, pero cuando se les anima a apoyar los acuerdos comerciales, algunos alegan que sus países tienen poco que exportar. Se trata de una excusa poco convincente, porque Suiza y Japón son grandes exportadores de productos de valor añadido, a pesar de ser países pobres en recursos.

Dado que los países pequeños carecen de mercados internos de tamaño considerable, no les queda más remedio que globalizarse. El comercio representa una mayor proporción del producto interior bruto en los países pequeños, y les va mejor en un régimen de libre comercio. Singapur, Finlandia e Irlanda se citan a menudo como ejemplos de países pequeños que impulsaron el crecimiento económico aprovechando la globalización. Al adoptar tecnologías clave e invertir en capital humano, varios países pequeños se han convertido en actores importantes de la economía mundial.

La investigación ha llegado incluso a disipar la idea de que los Estados pequeños son más vulnerables a las fluctuaciones económicas mundiales debido a su mayor dependencia del comercio exterior. Al participar en el comercio mundial y desarrollar nichos de mercado, los Estados pequeños se vuelven más productivos y, en consecuencia, reducen su exposición a las catástrofes económicas. Las naciones pequeñas pueden construir economías diversas que generan altas tasas de crecimiento, y sus rentas per cápita no son, por término medio, inferiores a las de las naciones grandes. Muchas naciones con rentas per cápita elevadas son países excepcionalmente pequeños, y en el mundo desarrollado algunos de los países más ricos son relativamente pequeños, como Suecia y Dinamarca. Los países grandes, como Alemania y América, son atípicos en el mundo rico.

En el continente africano, los Estados pequeños destacan por su libertad económica y su calidad institucional. Según los indicadores de calidad de vida, los países más prósperos de África son pequeños, como Mauricio y Botsuana, más que Nigeria y Sudáfrica. Desde el punto de vista social, los logros de los Estados pequeños son igualmente impresionantes. La homogeneidad de los Estados pequeños cultiva la confianza, un ingrediente necesario para el crecimiento económico y la distribución de bienes. Como los países pequeños están menos poblados y no son tan diversos como los grandes, son más fáciles de gobernar y están mejor gestionados.

Credit Suisse, en un informe de 2014 en el que se comparan los resultados de países pequeños y grandes, concluye que los países pequeños obtienen mejores resultados en la mayoría de los parámetros. Los países pequeños obtienen puntuaciones más altas en medidas institucionales, proporcionan servicios sociales estelares y registran adultos más ricos. Los países pequeños obtienen sistemáticamente buenos resultados en las clasificaciones internacionales, por lo que el tamaño no puede ser la desventaja que algunos países aducen.

Los países caribeños son pequeños pero políticamente estables, están conectados diplomáticamente con importantes potencias occidentales y disponen de recursos, por lo que no hay razón para que no sean competitivos. Su incapacidad para competir es un reflejo de un liderazgo mediocre y retrógrado, más que de su exposición a las crisis mundiales o al legado del colonialismo.

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