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¿Quién teme a la deflación?

En lo que se refiere a la deflación, incluso los economistas austriacos están en desacuerdo. Al contrario de quienes están a favor de un sistema de reserva del 100%, los defensores de un sistema de banca libre de reserva fraccionaria (BLRF) parecen seguir teniendo miedo a la deflación de precios.1 Ejemplos de este grupo incluyen a Steven Horwitz, George Selgin y Lawrence H. White, que apoyan un sistema bancario o política monetaria que estabilice la renta nominal (MV).2 En general, están a favor de un aumento en la oferta de dinero si aumenta la demanda de tenencia de dinero (es decir, de atesorar). Sin un aumento correspondiente en la oferta monetaria, un aumento en la demanda de tenencia de dinero causaría una caída general en los precios (es decir, deflación de precios).

David Howden y yo nos hemos extendido recientemente sobre este punto, argumentando que varios «banqueros libres» sufren un problema especial al que Mark Thornton ha bautizado como «apoplitorismofobia»—un miedo a la deflación3 . En una larga respuesta escrita en su característico estilo polémico, Selgin se ocupa de nuestra afirmación apuntando a su libro Less than Zero: The Case for a Falling Price Level in a Growing Economy, en el que argumenta que debería permitirse a los precios caer cuando hay crecimiento económico.4 Por el título de su libro, parece que Selgin debería estar a favor de una bajada en el nivel de precios y en consecuencia, deberíamos abjurar de nuestra afirmación (como desea Selgin).

De hecho, una lectura cuidadosa de nuestro escrito revela que nunca negamos que Selgin estuviera a favor de bajadas de precios durante periodos de crecimiento económico. Simplemente decimos que algunos banqueros libres no piensan que también sea verdad en el aumento de demanda de dinero. Aquí es donde lo especial de la «tensión especial» de la apoplitorismofobia que sufren se hace evidente. Un efecto colateral de un sistema de banca libre de reserva fraccionaria es que estabiliza el nivel de precios cuando aumenta la demanda de dinero. Para los banqueros libres, en consecuencia, un sistema BLRF es superior a un sistema de banca libre de reserva al 100% porque permite expansión del crédito para estabilizar la MV. Selgin (entre otros) es bastante explícito en los aspectos negativos de la inflación:

Sin embargo, la deflación (consecuencia de un exceso no acomodado de dinero interno) ha sido un factor importante en los ciclos económicos históricos y un sistema bancario que promueva la deflación altera la actividad económica con tanta seguridad como uno que promueve la inflación, aunque la naturaleza exacta de la alteración difiera en cada caso.5

Escribe que la norma de la productividad «reclama una expansión monetaria para impedir cualquier deflación que no sea consistente con una mejora en la productividad de los factores».6

Pensamos que está justificado decir que hay un seguro temor a la inflación en las defensas de Selgin de un sistema BLRF.

Una importante implicación de este miedo a la deflación es política. La pregunta es: ¿Qué pasa si no hay un sistema BLRF para aumentar la oferta monetaria en respuesta a un aumento en la demanda de tenencia de dinero? ¿Debería el banco central tratar de simular un sistema BLRF y estabilizar el MV? El deseo de estabilizar el agregado económico MV ha llevado a Lawrence White incluso a apoyar la política de Ben Bernanke de flexibilización cuantitativa (QE1), de acuerdo con The Economist:

Pero Lawrence White, economista de la Universidad George Mason en Washington DC, argumenta que es una caracterización injusta. «Hayek no era un liquidacionista», dice, refiriéndose a la filosofía de Andrew Mellon, secretario del tesoro de la era de la Depresión del Presidente Herbert Hoover, que quería «purgar las impurezas del sistema». Hayek creía que el banco central debería intentar estabilizar las rentas nominales. Basándose en esto, White piensa que la Fed tenía razón en realizar la primera ronda de flexibilización cuantitativa, ya que el PIB nominal estaba cayendo, pero estaba equivocado en realizar una segunda ronda con la actividad en recuperación.7

Por el contrario, quienes estamos a favor de una banca libre de reserva al 100% hemos criticado duramente todas las rondas de flexibilización cuantitativa. Los aumentos en la oferta monetaria llevan a una redistribución que favorece a la gente que recibe primero el nuevo dinero. En el caso de la QE1 y QE2, la Fed rescató instituciones financieras mediante compras de activos. A través del apoyo monetario que favorecía a las compañías en apuros, se ha ralentizado y en algún caso impedido la liquidación de las malas inversiones y el necesario ajuste en la propiedad y control de los recursos reales. Sin el rescate, muchas empresas habrían sido presa de sus acreedores y reestructuradas en caso de ser viables o completamente liquidadas en caso de no serlo, liberando así recursos valiosos para proyectos de inversión más urgentes a los ojos de los consumidores. Además, una expansión monetaria como la QE1 puede generar malas inversiones adicionales y burbujas como ha ocurrido en el mercado de los bonos públicos.

Lo más importante es que cuando la gente aumenta su demanda para la tenencia de dinero, lo hace porque consideran a los precios demasiado altos—por ejemplo, porque ven precios de burbuja en el mercado bursátil o en bienes de consumo a largo plazo (coches o viviendas). Si la tendencia a la caída de precios se contrarresta con una política monetaria como la QE1, se le impide a la gente disfrutar de precios más bajos.

Cuando la gente entiende mal la teoría, pueden producirse malas políticas. La deflación no es un negativo en la economía. Muchos banqueros libres, como George Selgin han hecho un gran trabajo al informar a la profesión y a la población media acerca de los beneficios de la deflación en los aumentos de productividad. Pero al igual que las bajadas de precios que derivan de la productividad sirven como función positiva, también lo hacen las bajadas de precios causadas por aumentos en la demanda de tenencia de dinero.

En suma, una teoría problemática parece haber llevado a algunos banqueros libres de reserva fraccionaria a apoyar el rescate de Wall Street de Bernanke a través de la QE1. Como ocurre con muchos economistas ortodoxos, cierto miedo a la deflación ha dado lugar al apoyo a políticas inflacionistas. Esto muestra la importancia de una teoría sólida de la deflación, así como de un debate sobre banca libre.

  • 1Véase Bagus, Philipp. 2003. «Deflation—When Austrians Become Interventionists» Quarterly Journal of Austrian Economics 6 (4): pp. 19-35. 2.Para los errores comunes sobre la deflación, véase Bagus, Philipp. 2006. «Five Common Errors About Deflation». Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política, 3 (1): pp. 105-23.
  • 2Hay que tener en cuenta que otros partidarios del grupo de reserva fraccionaria y banca libre pueden tener opiniones diferentes sobre la deflación y la estabilización de la renta nominal.
  • 3Bagus, Philipp, y David Howden. 2010. «Fractional Reserve Free Banking: Some Quibbles». Quarterly Journal of Austrian Economics 13 (4): p. 33. Descargar PDF
  • 4Selgin respondió a nuestro artículo en «Mere Quibbles: Bagus and Howden’s Critique of The Theory of Free Banking», un documento de trabajo en la Social Science Research Network (SSRN). Luego le respondimos ampliamente en «Unanswered Quibbles with Fractional Reserve Free Banking» Libertarian Papers 3, 18 (2011).
  • 5Véase Selgin, George. 1988. The Theory of Free Banking: Money Supply under Competitive Note Issue. New Jersey: Rowman and Littlefeld: p. 56. Véase también, Horwitz, Steven. 2000. Microfoundations and Macroeconomics: An Austrian Perspective. Nueva York: Routledge, p. 227. Horwitz afirma: «Durante el tiempo que tarda en caer el nivel de precios, las empresas se encontrarán con acumulaciones de existencias no deseadas, lo que implica que el ahorro deseado (posesión de oro) no es igual a la inversión deseada. Esto implica además que el aumento de la oferta monetaria estaría justificado para volver a juntar el ahorro y la inversión deseados.... [Habrá una presión a la baja sobre los precios y, salvo una flexibilidad perfecta de los precios, una caída de la producción y del empleo. Los teóricos de la banca libre argumentan que los bancos libres responderán a este aumento de la demanda produciendo más pasivos bancarios, evitando así la caída de la producción y el empleo que de otro modo se produciría». Stephen Horowitz’s «Deflation: The Good, the Bad, and the Ugly», en el Freeman 60 (1), ofrece una breve taxonomía sobre la deflación, diciendo que «la deflación de precios, como resulta, es la ‘buena’ de la buena, la mala y la fea. La deflación monetaria es la ‘Mala’ y puede llevar a la ‘Fea’. ... El tipo de deflación ‘Mala’ surge de una oferta insuficiente de dinero».
  • 6Véase Selgin, George. 1997. Less Than Zero: The Case for a Falling Price Level in a Growing Economy. Londres: The Institute for Economic Affairs, p. 59.
  • 7Hay que señalar que Hayek no ha sido coherente en este punto a lo largo de su carrera. En el prefacio de la primera edición de Prices and Production, Hayek quería «demostrar que el clamor por una moneda «elástica» que se expande y se contrae con cada «fluctuación de la demanda» [como lo haría bajo la banca libre de reservas fraccionarias] se basa en un grave error de razonamiento». (Hayek, Friedrich A. 1931, «Prefacio», Prices and Production, Routledge: Londres, p. xiii).
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